Anoche fui a ver el juego Yankees- Marlins. Tuvo todos los ingredientes de un buen juego de béisbol. Una buena antesala, a una cuadra del estadio, en el bar “Batting Cage”, compartiendo unas cervezas (allí valen tres veces menos que en el estadio). Un excelente estadio. Una asistencia pocas veces vista en Miami (34.000 personas, equivalentes al 93 % de la capacidad del estadio), producto sobre todo de la gran expectativa por ver jugar a los Yankees. Un gran duelo de pitcheo entre Tanaka (Yankees) y Koehler (Marlins). Gran labor de los relevistas Capps y Ramos (Marlins) y Santos (Yankees). Sorprendentes jugadas defensivas, sobre todo por parte de Hechavarria y Gordon, ss y 2b de los Marlins, respectivamente. Un juego cerrado y emocionante durante todo el tiempo (terminó 2-1 a favor de los Marlins), culminando con un turno al bate de Alex Rodríguez, como emergente, con un hombre en base y 2 outs en el noveno inning. Nadie se fue del estadio, esperando por ese turno, y todo el mundo estuvo de pie, la mayoría aplaudiendo a uno de los mejores peloteros de todos los tiempos, víctima de su ambición por ser más todavía.