Receptores Negros e...
 
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Receptores Negros en la MLB no hay? Racismo? Estigma?

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(@frankcaraquista)
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Hablaba con unos preparadores de receptores de una academia de béisbol al oriente del país, la mejor del Oriente... Y me sorprendió una aseveración que me hizo uno de ellos: "En las grandes ligas en la posición de receptoría muy poco veras negros, algunos latinos (pocos) quizás, pero negros no... El hombre negro se le tilda para la posición como no apto por su "lenta capacidad" para aprender las exigencias de una posición tan difícil". Yo me quede atónito, yo soy negro, más mi hijo es trigueño (moreno claro), del color de un Salvador Perez... Y me dije wao... Es cierto esto? así que me di la tarea de ver equipo por equipo los receptores de lo que disponían en este principio de pre-temporada y para mi sorpresa ni un solo negro... Cuando me refiero a Negro es del tono de David Ortiz, Curtis Grandenson, Hanley Ramirez, etc Hay pocos receptores con la tonalidad de piel de Salvador Perez, no mas de 3... Poniendo un universo de 3 receptores por equipo (30x3=90) daría 90 receptores y no hay mas de 5 receptores morenos claro... Será verdad entonces la aseveración de este joven? Fíjense que me dijo que el jugador dominicano se le cataloga como "bruto" pelotero que generalmente tiene fuerza para batear duro, y lanzar duro... Y con el venezolano se abre mas el abanico ya que es catalogado como un poco más inteligente para jugar posiciones y asumir variedad de roles, como jugar Ss, 2b...

Y bueno este es un chico que a estado en varías academias afuera, y tenido cierto contacto con el medio... Hay algo de realidad en sus palabras o es una apreciación subjetiva y lejos de la realidad?

Lo que si me abre más la interrogante es que revise y realmente son pocos los receptores del tono de piel de Salvador, y ni uno solo negro... Lo que me puso a dudar más...

Amigo Alberto tu que eres más diestro con números y estadísticas... Que opinas?

Nota:
Y bueno mi hijo esta siendo preparado como receptor y es moreno... Todavía es un niño de 9 años, y juega criollitos, pero varias academias me están rondando el muchacho. Lo cierto es que no me gusto la idea de formarlo como receptor, y ahora como que menos ja ja... Lo veo mas en 3b, 2b o Cf... Es rápido, buen tamaño, tiene fuerza y buen bate...

No debemos esperar nada sino de nosostros mismos. . .


   
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(@frankcaraquista)
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El 12 de marzo la carrera de béisbol colegial de A.J. Lewis terminó abruptamente, como una vela apagada por un soplo de viento repentino y escalofriante.

Atrapado en la pandemia mundial de coronavirus, el receptor de 21 años podría haberse dirigido a Chicago. Estaba disfrutando de una temporada impresionante con la Eastern Kentucky University, lo suficiente como para ser incluido en la lista de candidatos para el Premio Nacional Buster Posey de 2020, que se le entrega al Cátcher Colegial del Año.

En cambio, el receptor de último año colegial dirigió su auto hacia el sur. Su destino: Atlanta, a 357 millas de distancia, donde espera dar un paso gigante más cerca de su objetivo de jugar un papel transformador en las Grandes Ligas. Lewis está decidido a no solo ascender a las mayores, sino también a convertirse en el primer receptor afroamericano titular de todos los días desde Charles Johnson, quien jugó por última vez hace 15 años.

Esa sequía, una perplejidad en todos los niveles del juego, "es algo que quiero cambiar", subrayó Lewis. Él tiene la intención de impulsar la orgullosa tradición de los receptores negros como Josh Gibson, Roy Campanella y Johnson.

"Esos tipos son como superhéroes para mí, porque hicieron cosas que eran imposibles", dijo Lewis desde Atlanta, donde pasó dos semanas trabajando con Nic Wilson, un exentrenador del Eastern Kentucky que ahora es instructor de bateo para los Boise Hawks, equipo de Clase A corta de los Colorado Rockies. "Esos tipos fueron lo que quiero ser. Entonces, tengo que amar verme en esta situación".

Desde el momento en que Campanella se unió a los Dodgers en 1948, un año después de la integración en grandes ligas con la incorporación de su compañero de equipo de Brooklyn, Jackie Robinson, ha habido varios receptores negros y latinos. Iván Rodríguez, de Puerto Rico, ganó 13 premios Guantes de Oro mientras construía una carrera de Salón de la Fama. Otros del Caribe y América Latina que brillaron en el gran escenario incluyen a los hermanos Molina, José, Bengie y el probable miembro de Cooperstown Yadier; Elrod Hendricks; Manny Sanguillen; y Tony Peña. También disfruta de una carrera notable el receptor canadiense Russell Martin.

Tampoco se puede negar que hubo destacados afroamericanos en el puesto.

Gibson nunca logró ingresar a las Grandes Ligas debido al color de su piel, sin embargo, está prácticamente deificado porque abundan las historias sobre sus hazañas en este, el centésimo año de la fundación de las Ligas Negras.
Campanella creó una loable carrera de Salón de la Fama en Brooklyn. Los pilares principales Elston Howard, John Roseboro y Earl Battey se combinaron para ganar siete Guantes de Oro de 1960 a 1966. Johnson ganó cuatro Guantes de Oro consecutivos de la Liga Nacional de 1995 a 1998.

Esos receptores se destacaron durante mucho tiempo como faros para los esperanzados y jóvenes cátchers negros en todo el país. Ahora esos referentes no existen. Bruce Maxwell, que es birracial, es el último receptor en registrar al menos 100 juegos en la era posterior a Johnson (119 juegos, de 2016 a 2018, con los Oakland Athletics).

¿Adonde se fueron todos? ¿Y cómo sucedió esto?

Nadie está más ansioso que Johnson por ver triunfar a un joven receptor afroamericano como Lewis. Tal vez Johnson podría dejar de tener que diseccionar este problema deslumbrante, pero ignorado en el béisbol, mientras espera finalmente entregar el testigo a alguien ... a cualquiera.

Cuando será así; Johnson ni siquiera puede arriesgarse a adivinar. Pero él podría haber presagiado la desaparición del receptor afroamericano, considerando que nunca necesitó más de una mano para contar la cantidad de receptores negros que encontró en su carrera de 12 años en las Grandes Ligas.

Una elección de primera ronda de los Marlins en 1992, Johnson dijo luego de ser subido en 1994, que en sus años en las menores nunca vio un receptor negro en un equipo contrario.

"Solo conocía a otros dos receptores negros: Terry McGriff y Lenny Webster", indicó Johnson. Webster fue su compañero de equipo brevemente en Baltimore en 1999. "Una de las pocas baterías [totalmente] negras", dijo Johnson.

McGriff, en un mundo hecho aún más pequeño por algo más que casualidad, es el primo hermano de Johnson. Los dos aprendieron a jugar la posición de receptor durante su infancia en Fort Pierce, Florida, tutoreados por hermanos, primos y más notablemente sus padres. Roy McGriff, un receptor que jugó para la Southern University, compartió habitación con un joven llamado Lou Brock. Charles Johnson Sr. jugó a la pelota en la Florida A&M University y, como su cuñado, también se asoció con un futuro miembro del Salón de la Fama, Andre Dawson.

Fue en este ambiente rico en béisbol que los sueños de dos niños pequeños se cultivaron desde una edad temprana. Cuando Johnson, de 8 años, le dijo a su padre que quería ser receptor, Johnson Sr. llevó a su casa una máquina de pitcheo Iron Mike para rebotar contra el suelo lanzamientos para que Johnson aprendiera a bloquearlos.

"Mi papá tenía un cobertizo de madera delante del cual me ponía en cuclillas. Fallé muchas bolas. Finalmente, esas bolas hicieron un gran agujero en ese cobertizo", comentó riendo Johnson. "Después de un tiempo, mi objetivo era no dejar que la pelota atravesara ese agujero".

Ese entrenamiento y dedicación llevaron a Johnson a la Universidad de Miami, una potencia universitaria en el béisbol, y a un lugar en el equipo de Estados Unidos que ganó la medalla de oro en la competencia olímpica de exhibición en Seúl 1988. Cuando Johnson fue seleccionado por los Marlins, se convirtió en la primera selección del draft de la franquicia de expansión y una piedra angular del equipo durante años.

Terry McGriff, unos años mayor que Johnson, saldría de las Grandes Ligas después de jugar esporádicamente de 1987 a 1994. Johnson tomó el manto de la familia y ganó viajes al Juego de Estrellas, Guantes de Oro e incluso un anillo de la Serie Mundial. Hasta el día de hoy, Johnson sigue siendo miembro de la familia extendida de los Marlins, sirviendo al equipo como embajador de la comunidad. A pesar de lo emocionante que fue su carrera como jugador, Johnson siempre sintió que el receptor afroamericano seguía siendo una aberración.

"Desde 1995, solo éramos Lenny y yo [en las mayores]", dijo sobre Webster, cuya carrera abarcó una docena de temporadas y terminó en 2000. "Ahora no hay ninguno. Para mí, eso es alucinante".

LAS TEORÍAS sobre dónde ha ido el receptor afroamericano son tan abundantes como los sucesores de Johnson son pocos. Las personas que intentan mejorar el acceso al béisbol para los jóvenes de las comunidades marginadas están examinando causas más allá de los jugadores que "crecen fuera de la posición", o el acceso desigual al equipamiento necesario para ser receptor.

El hecho es que las nuevas matemáticas del juego no ayudan. Los títulos de maestría en administración de empresas que ejercen cada vez más gerentes generales en el béisbol dependen de algoritmos informáticos y medidas predictivas. Estos modelos predictivos a menudo se basan en comparaciones con jugadores anteriores similares. Pero el número de jóvenes afroamericanos simplemente no se está filtrando a través del sistema de equipos de viaje y exhibiciones para poder formular esa información.

En el día de apertura de la temporada 2019, solo el 7.7% de los jugadores de MLB eran afroamericanos, por debajo de su cenit del 18.5% en 1975.

Menos afroamericanos están jugando béisbol. Incluso menos se animan a ser receptores. Esos números decrecientes ofrecen menos datos. Menos datos equivale a más riesgo. Por lo tanto, el desarrollo del talento afroamericano ha disminuido.

Del mismo modo, los métodos de exploración y las pruebas oculares de la vieja escuela también pueden poner a los receptores afroamericanos en una desventaja única, dijo Kerrick Jackson, entrenador en jefe de béisbol de la Southern University -colegio donde históricamente asisten afroamericanos- y presidente del comité de diversidad de la Asociación Estadounidense de Entrenadores de Béisbol.

"He hablado con niños, aquellos que han estado en el límite [prospectos], que tienen pensamientos sobre el draft, y les digo, 'Asegúrense de entender que Major League Baseball se basa en la tradición y se basa en la historia'", dijo Jackson, quien era receptor hasta su segundo año en la escuela secundaria, cuando se convirtió en lanzador. A partir de ahí, en lo que restaba de secundaria y luego en la Universidad Bethune-Cookman, Jackson nunca más volvió a jugar como receptor.

"Les pregunto: '¿Cuántos receptores negros ha habido en la historia de las Grandes Ligas? Nómbrame uno'", dijo. "Ni siquiera conocen a Charles Johnson, ¿verdad? Es solo la naturaleza del negocio que ellos [los ejecutivos de béisbol] podrían mirar a un receptor negro y preguntarse: '¿Con quién lo comparamos?' Si no tienen una comparación para él, entonces él no es necesariamente alguien que ellos se sentirán cómodos drafteando. Es lamentable, pero es la naturaleza del negocio".

Además, al igual que los coordinadores ofensivos y defensivos suelen despedazar a los mariscales de campo cuando llegan a la universidad o la NFL, lo mismo le pasa a los jugadores de béisbol de cinco herramientas cuya velocidad de pies, brazos fuertes, gran alcance o repertorio dominante a menudo ofrecen gran tentación. El deseo de proteger esas herramientas, junto con las rodillas, las manos, las piernas, incluso los cráneos, puede enfrentar a los padres contra los entrenadores y a entrenadores contra prospectos de la receptoría.

"No es una posición glorificada", apuntó Chip Lawrence, un graduado de la Southern University que es el chequeador nacional de los San Diego Padres y un cazatalentos de 20 años. La receptoría requiere compromiso y una alta tolerancia al dolor.

"Los cátchers reciben una paliza cada vez que se atan ese equipo: las bolas de foul, las bolas contra la tierra, los doble swings de los bateadores. Debes estar hecho de una madera especial para ser un receptor", subrayó Lawrence.
Tim Anderson, el campocorto All-Star de los White Sox, lo expresó de manera más sucinta.

"Quería jugar una posición que usara mi velocidad y atleticismo. La receptoría nunca fue algo que me atrajera. Esa posición no me permitiría usar esas habilidades".

Lawrence también descartó que la escasez de receptores afroamericanos sea el resultado de un estereotipo de larga data de que los afroamericanos no son lo suficientemente "inteligentes" para desempeñar el cargo.

"No creo que la escasez de receptores afroamericanos se deba a cuestiones de intelecto. El juego ha cambiado tanto desde el nivel aficionado, pues el ejercicio de pensar y pedir los lanzamientos se ha eliminado bastante debido a que los entrenadores determinan que lanzamiento tirar y luego lo transmiten desde el banquillo al receptor", dijo Lawrence.

"La mayoría de las universidades quieren un jugador que pueda recibir y ser atlético detrás del plato, con la habilidad de batear como bono. En todo caso, estamos viendo más cátchers afroamericanos universitarios ahora de los que hemos visto en los últimos años", agregó Lawrence.

Lawrence, como Jackson, está haciendo todo lo posible para aumentar la afluencia de atletas negros en el deporte. Lawrence es la fuerza impulsora detrás de la fundación Juventud que brinda recursos y oportunidades. Su fundación presenta anualmente un showcase que coloca a jugadores no comprometidos frente a entrenadores y exploradores de colegios y universidades históricamente con afluencia de afroamericanos (HBCU). Dentro de organizaciones como esta, quizás se puedan preparar y desarrollar más prospectos afroamericanos de la receptoría.

ANTES DE DESVIARSE a Atlanta, Lewis estaba bateando .451 esta temporada, que le coloca empatado en el puesto 13 en la División 1 de la NCAA. Estaba clasificado séptimo en slugging, empatado en el puesto 25 en carreras impulsadas y porcentaje de embase y empatado en el puesto 34 en bases totales. En el lado defensivo, solo uno de sus tres errores llegó como receptor. Y capturó a tres robando.

Aun así, la cifra que siempre le recordará a Lewis su temporada 2020 es 44. Esa es la cantidad de juegos que los Colonels tuvieron que cancelar: 44 preciosas oportunidades que Lewis esperaba mejorarían sus esfuerzos para llamar la atención antes del draft amateur de MLB.

"Todo es tan incierto", dijo a mediados de marzo. "Ni siquiera sabemos si habrá un draft. Entonces, sigues trabajando. Prácticamente tienes que ser un hombre de hierro como receptor, así que es trabajo, trabajo, trabajo todos los días".

Cuando Lewis describe encontrarse con pocos receptores negros en las showcases o en el nivel universitario, su misión para poner fin a la sequía posterior a Johnson parece una aventura solitaria y quijotesca, pero no está solo.

Nick Hassan, que fuera un All-American de Rawlings High School, acaba de terminar su primer año en la Kennesaw State University. El nativo de Fayetteville, Georgia, que cumple 19 años el 30 de abril, es otro joven que intenta seguir los pasos de Johnson.

"Solo quiero participar en cada jugada", indicó Hassan. "Me gusta la responsabilidad. Me gusta cuidar a todos, mantener a mis lanzadores en forma. (...) Necesitas una característica de capitán que demuestre que puedes hacerte cargo, porque todos te están mirando o escuchando para que des instrucciones".

Del mismo modo, Ian Moller es un estudiante de secundaria muy publicitado de Dubuque, Iowa, que ha atraído una gran atención en las exhibiciones nacionales y ya se ha comprometido con la Louisiana State University.

"Al crecer, mucha gente quería cambiarme de posición, solo porque podía jugar en el jardín, como la mayoría de los afroamericanos", dijo Moller, de 17 años. "No quería cambiar. Me quedé con eso (en la receptoría) porque sabía que muchos [afroamericanos] no lo estaban haciendo, especialmente en los niveles más altos. Quería comenzar una nueva tendencia. Y, con suerte, puedo ser un nuevo estándar en la posición".

No hacerlo no es visto como una opción para Lewis, Hassan o Moller. Cada uno tiene la misión de honrar el pasado de su gente, así como asegurar oportunidades para las generaciones venideras.

"Cuando era joven, se trataba de jugar y divertirse. Sin embargo, a medida que crecía, me di cuenta de que se trata de inspirar a la gente", dijo Moller. "Tengo jóvenes niños afroamericanos que se acercan a mí y me preguntan cómo pueden participar en los equipos de béisbol. Eso es importante para mí, es enorme que las personas sepan que me interesa ayudar a los jóvenes, especialmente a los jóvenes afroamericanos".

[URL unfurl=true] https://www.espn.com.ve/beisbol/nota/_/id/6856843/%C2%BFque-paso-con-los-receptores-afroamericanos [/URL]

No debemos esperar nada sino de nosostros mismos. . .


   
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(@frankcaraquista)
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frankcaraquista, post: 49829, member: 28 wrote:

El 12 de marzo la carrera de béisbol colegial de A.J. Lewis terminó abruptamente, como una vela apagada por un soplo de viento repentino y escalofriante.

Atrapado en la pandemia mundial de coronavirus, el receptor de 21 años podría haberse dirigido a Chicago. Estaba disfrutando de una temporada impresionante con la Eastern Kentucky University, lo suficiente como para ser incluido en la lista de candidatos para el Premio Nacional Buster Posey de 2020, que se le entrega al Cátcher Colegial del Año.

En cambio, el receptor de último año colegial dirigió su auto hacia el sur. Su destino: Atlanta, a 357 millas de distancia, donde espera dar un paso gigante más cerca de su objetivo de jugar un papel transformador en las Grandes Ligas. Lewis está decidido a no solo ascender a las mayores, sino también a convertirse en el primer receptor afroamericano titular de todos los días desde Charles Johnson, quien jugó por última vez hace 15 años.

Esa sequía, una perplejidad en todos los niveles del juego, "es algo que quiero cambiar", subrayó Lewis. Él tiene la intención de impulsar la orgullosa tradición de los receptores negros como Josh Gibson, Roy Campanella y Johnson.

"Esos tipos son como superhéroes para mí, porque hicieron cosas que eran imposibles", dijo Lewis desde Atlanta, donde pasó dos semanas trabajando con Nic Wilson, un exentrenador del Eastern Kentucky que ahora es instructor de bateo para los Boise Hawks, equipo de Clase A corta de los Colorado Rockies. "Esos tipos fueron lo que quiero ser. Entonces, tengo que amar verme en esta situación".

Desde el momento en que Campanella se unió a los Dodgers en 1948, un año después de la integración en grandes ligas con la incorporación de su compañero de equipo de Brooklyn, Jackie Robinson, ha habido varios receptores negros y latinos. Iván Rodríguez, de Puerto Rico, ganó 13 premios Guantes de Oro mientras construía una carrera de Salón de la Fama. Otros del Caribe y América Latina que brillaron en el gran escenario incluyen a los hermanos Molina, José, Bengie y el probable miembro de Cooperstown Yadier; Elrod Hendricks; Manny Sanguillen; y Tony Peña. También disfruta de una carrera notable el receptor canadiense Russell Martin.

Tampoco se puede negar que hubo destacados afroamericanos en el puesto.

Gibson nunca logró ingresar a las Grandes Ligas debido al color de su piel, sin embargo, está prácticamente deificado porque abundan las historias sobre sus hazañas en este, el centésimo año de la fundación de las Ligas Negras.
Campanella creó una loable carrera de Salón de la Fama en Brooklyn. Los pilares principales Elston Howard, John Roseboro y Earl Battey se combinaron para ganar siete Guantes de Oro de 1960 a 1966. Johnson ganó cuatro Guantes de Oro consecutivos de la Liga Nacional de 1995 a 1998.

Esos receptores se destacaron durante mucho tiempo como faros para los esperanzados y jóvenes cátchers negros en todo el país. Ahora esos referentes no existen. Bruce Maxwell, que es birracial, es el último receptor en registrar al menos 100 juegos en la era posterior a Johnson (119 juegos, de 2016 a 2018, con los Oakland Athletics).

¿Adonde se fueron todos? ¿Y cómo sucedió esto?

Nadie está más ansioso que Johnson por ver triunfar a un joven receptor afroamericano como Lewis. Tal vez Johnson podría dejar de tener que diseccionar este problema deslumbrante, pero ignorado en el béisbol, mientras espera finalmente entregar el testigo a alguien ... a cualquiera.

Cuando será así; Johnson ni siquiera puede arriesgarse a adivinar. Pero él podría haber presagiado la desaparición del receptor afroamericano, considerando que nunca necesitó más de una mano para contar la cantidad de receptores negros que encontró en su carrera de 12 años en las Grandes Ligas.

Una elección de primera ronda de los Marlins en 1992, Johnson dijo luego de ser subido en 1994, que en sus años en las menores nunca vio un receptor negro en un equipo contrario.

"Solo conocía a otros dos receptores negros: Terry McGriff y Lenny Webster", indicó Johnson. Webster fue su compañero de equipo brevemente en Baltimore en 1999. "Una de las pocas baterías [totalmente] negras", dijo Johnson.

McGriff, en un mundo hecho aún más pequeño por algo más que casualidad, es el primo hermano de Johnson. Los dos aprendieron a jugar la posición de receptor durante su infancia en Fort Pierce, Florida, tutoreados por hermanos, primos y más notablemente sus padres. Roy McGriff, un receptor que jugó para la Southern University, compartió habitación con un joven llamado Lou Brock. Charles Johnson Sr. jugó a la pelota en la Florida A&M University y, como su cuñado, también se asoció con un futuro miembro del Salón de la Fama, Andre Dawson.

Fue en este ambiente rico en béisbol que los sueños de dos niños pequeños se cultivaron desde una edad temprana. Cuando Johnson, de 8 años, le dijo a su padre que quería ser receptor, Johnson Sr. llevó a su casa una máquina de pitcheo Iron Mike para rebotar contra el suelo lanzamientos para que Johnson aprendiera a bloquearlos.

"Mi papá tenía un cobertizo de madera delante del cual me ponía en cuclillas. Fallé muchas bolas. Finalmente, esas bolas hicieron un gran agujero en ese cobertizo", comentó riendo Johnson. "Después de un tiempo, mi objetivo era no dejar que la pelota atravesara ese agujero".

Ese entrenamiento y dedicación llevaron a Johnson a la Universidad de Miami, una potencia universitaria en el béisbol, y a un lugar en el equipo de Estados Unidos que ganó la medalla de oro en la competencia olímpica de exhibición en Seúl 1988. Cuando Johnson fue seleccionado por los Marlins, se convirtió en la primera selección del draft de la franquicia de expansión y una piedra angular del equipo durante años.

Terry McGriff, unos años mayor que Johnson, saldría de las Grandes Ligas después de jugar esporádicamente de 1987 a 1994. Johnson tomó el manto de la familia y ganó viajes al Juego de Estrellas, Guantes de Oro e incluso un anillo de la Serie Mundial. Hasta el día de hoy, Johnson sigue siendo miembro de la familia extendida de los Marlins, sirviendo al equipo como embajador de la comunidad. A pesar de lo emocionante que fue su carrera como jugador, Johnson siempre sintió que el receptor afroamericano seguía siendo una aberración.

"Desde 1995, solo éramos Lenny y yo [en las mayores]", dijo sobre Webster, cuya carrera abarcó una docena de temporadas y terminó en 2000. "Ahora no hay ninguno. Para mí, eso es alucinante".

LAS TEORÍAS sobre dónde ha ido el receptor afroamericano son tan abundantes como los sucesores de Johnson son pocos. Las personas que intentan mejorar el acceso al béisbol para los jóvenes de las comunidades marginadas están examinando causas más allá de los jugadores que "crecen fuera de la posición", o el acceso desigual al equipamiento necesario para ser receptor.

El hecho es que las nuevas matemáticas del juego no ayudan. Los títulos de maestría en administración de empresas que ejercen cada vez más gerentes generales en el béisbol dependen de algoritmos informáticos y medidas predictivas. Estos modelos predictivos a menudo se basan en comparaciones con jugadores anteriores similares. Pero el número de jóvenes afroamericanos simplemente no se está filtrando a través del sistema de equipos de viaje y exhibiciones para poder formular esa información.

En el día de apertura de la temporada 2019, solo el 7.7% de los jugadores de MLB eran afroamericanos, por debajo de su cenit del 18.5% en 1975.

Menos afroamericanos están jugando béisbol. Incluso menos se animan a ser receptores. Esos números decrecientes ofrecen menos datos. Menos datos equivale a más riesgo. Por lo tanto, el desarrollo del talento afroamericano ha disminuido.

Del mismo modo, los métodos de exploración y las pruebas oculares de la vieja escuela también pueden poner a los receptores afroamericanos en una desventaja única, dijo Kerrick Jackson, entrenador en jefe de béisbol de la Southern University -colegio donde históricamente asisten afroamericanos- y presidente del comité de diversidad de la Asociación Estadounidense de Entrenadores de Béisbol.

"He hablado con niños, aquellos que han estado en el límite [prospectos], que tienen pensamientos sobre el draft, y les digo, 'Asegúrense de entender que Major League Baseball se basa en la tradición y se basa en la historia'", dijo Jackson, quien era receptor hasta su segundo año en la escuela secundaria, cuando se convirtió en lanzador. A partir de ahí, en lo que restaba de secundaria y luego en la Universidad Bethune-Cookman, Jackson nunca más volvió a jugar como receptor.

"Les pregunto: '¿Cuántos receptores negros ha habido en la historia de las Grandes Ligas? Nómbrame uno'", dijo. "Ni siquiera conocen a Charles Johnson, ¿verdad? Es solo la naturaleza del negocio que ellos [los ejecutivos de béisbol] podrían mirar a un receptor negro y preguntarse: '¿Con quién lo comparamos?' Si no tienen una comparación para él, entonces él no es necesariamente alguien que ellos se sentirán cómodos drafteando. Es lamentable, pero es la naturaleza del negocio".

Además, al igual que los coordinadores ofensivos y defensivos suelen despedazar a los mariscales de campo cuando llegan a la universidad o la NFL, lo mismo le pasa a los jugadores de béisbol de cinco herramientas cuya velocidad de pies, brazos fuertes, gran alcance o repertorio dominante a menudo ofrecen gran tentación. El deseo de proteger esas herramientas, junto con las rodillas, las manos, las piernas, incluso los cráneos, puede enfrentar a los padres contra los entrenadores y a entrenadores contra prospectos de la receptoría.

"No es una posición glorificada", apuntó Chip Lawrence, un graduado de la Southern University que es el chequeador nacional de los San Diego Padres y un cazatalentos de 20 años. La receptoría requiere compromiso y una alta tolerancia al dolor.

"Los cátchers reciben una paliza cada vez que se atan ese equipo: las bolas de foul, las bolas contra la tierra, los doble swings de los bateadores. Debes estar hecho de una madera especial para ser un receptor", subrayó Lawrence.
Tim Anderson, el campocorto All-Star de los White Sox, lo expresó de manera más sucinta.

"Quería jugar una posición que usara mi velocidad y atleticismo. La receptoría nunca fue algo que me atrajera. Esa posición no me permitiría usar esas habilidades".

Lawrence también descartó que la escasez de receptores afroamericanos sea el resultado de un estereotipo de larga data de que los afroamericanos no son lo suficientemente "inteligentes" para desempeñar el cargo.

"No creo que la escasez de receptores afroamericanos se deba a cuestiones de intelecto. El juego ha cambiado tanto desde el nivel aficionado, pues el ejercicio de pensar y pedir los lanzamientos se ha eliminado bastante debido a que los entrenadores determinan que lanzamiento tirar y luego lo transmiten desde el banquillo al receptor", dijo Lawrence.

"La mayoría de las universidades quieren un jugador que pueda recibir y ser atlético detrás del plato, con la habilidad de batear como bono. En todo caso, estamos viendo más cátchers afroamericanos universitarios ahora de los que hemos visto en los últimos años", agregó Lawrence.

Lawrence, como Jackson, está haciendo todo lo posible para aumentar la afluencia de atletas negros en el deporte. Lawrence es la fuerza impulsora detrás de la fundación Juventud que brinda recursos y oportunidades. Su fundación presenta anualmente un showcase que coloca a jugadores no comprometidos frente a entrenadores y exploradores de colegios y universidades históricamente con afluencia de afroamericanos (HBCU). Dentro de organizaciones como esta, quizás se puedan preparar y desarrollar más prospectos afroamericanos de la receptoría.

ANTES DE DESVIARSE a Atlanta, Lewis estaba bateando .451 esta temporada, que le coloca empatado en el puesto 13 en la División 1 de la NCAA. Estaba clasificado séptimo en slugging, empatado en el puesto 25 en carreras impulsadas y porcentaje de embase y empatado en el puesto 34 en bases totales. En el lado defensivo, solo uno de sus tres errores llegó como receptor. Y capturó a tres robando.

Aun así, la cifra que siempre le recordará a Lewis su temporada 2020 es 44. Esa es la cantidad de juegos que los Colonels tuvieron que cancelar: 44 preciosas oportunidades que Lewis esperaba mejorarían sus esfuerzos para llamar la atención antes del draft amateur de MLB.

"Todo es tan incierto", dijo a mediados de marzo. "Ni siquiera sabemos si habrá un draft. Entonces, sigues trabajando. Prácticamente tienes que ser un hombre de hierro como receptor, así que es trabajo, trabajo, trabajo todos los días".

Cuando Lewis describe encontrarse con pocos receptores negros en las showcases o en el nivel universitario, su misión para poner fin a la sequía posterior a Johnson parece una aventura solitaria y quijotesca, pero no está solo.

Nick Hassan, que fuera un All-American de Rawlings High School, acaba de terminar su primer año en la Kennesaw State University. El nativo de Fayetteville, Georgia, que cumple 19 años el 30 de abril, es otro joven que intenta seguir los pasos de Johnson.

"Solo quiero participar en cada jugada", indicó Hassan. "Me gusta la responsabilidad. Me gusta cuidar a todos, mantener a mis lanzadores en forma. (...) Necesitas una característica de capitán que demuestre que puedes hacerte cargo, porque todos te están mirando o escuchando para que des instrucciones".

Del mismo modo, Ian Moller es un estudiante de secundaria muy publicitado de Dubuque, Iowa, que ha atraído una gran atención en las exhibiciones nacionales y ya se ha comprometido con la Louisiana State University.

"Al crecer, mucha gente quería cambiarme de posición, solo porque podía jugar en el jardín, como la mayoría de los afroamericanos", dijo Moller, de 17 años. "No quería cambiar. Me quedé con eso (en la receptoría) porque sabía que muchos [afroamericanos] no lo estaban haciendo, especialmente en los niveles más altos. Quería comenzar una nueva tendencia. Y, con suerte, puedo ser un nuevo estándar en la posición".

No hacerlo no es visto como una opción para Lewis, Hassan o Moller. Cada uno tiene la misión de honrar el pasado de su gente, así como asegurar oportunidades para las generaciones venideras.

"Cuando era joven, se trataba de jugar y divertirse. Sin embargo, a medida que crecía, me di cuenta de que se trata de inspirar a la gente", dijo Moller. "Tengo jóvenes niños afroamericanos que se acercan a mí y me preguntan cómo pueden participar en los equipos de béisbol. Eso es importante para mí, es enorme que las personas sepan que me interesa ayudar a los jóvenes, especialmente a los jóvenes afroamericanos".

[URL unfurl=true] https://www.espn.com.ve/beisbol/nota/_/id/6856843/%C2%BFque-paso-con-los-receptores-afroamericanos [/URL]

Hace tiempo cree este post que no tuvo respuesta de nadie, hasta ahora este articulo respondió un poco mis interrogantes.

No debemos esperar nada sino de nosostros mismos. . .


   
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(@alberto-silva)
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Frankcaraquista:

Ignoro si hay prejuicios para contratar a un catcher negro, pero no lo creo. Si un muchacho negro tiene talento para ser catcher, es muy probable que un scout lo contrate. Quizas los factores que pueden explicar que haya pocos catchers negros son los siguientes:

1. Es evidente es que los negros americanos, en general, tienen menos interes en jugar beisbol y la mayoria, si quiere ser profesional de algun deporte prefiere el football americano o el basketball (si tiene la estatura necesaria)
2. Lo mas probable es que si un negro quiere jugar beisbol lo haga en una posicion distinta a la de catcher, pues los equipos tienen aproximadamente 8 % de catchers y 92 % de pitchers o jugadores de otras posiciones.
3. Aunque fisicamente un negro puede jugar cualquier posicion, incluyendo la de catcher, es probable que este mas capacitado para ser outfielder o trate de seguir los pasos de los mejores peloteros negros, que son en su mayoria outfielders: Mookie Betts, Aaron Judge, Giancarlo Stanton, Andrew McCutchen, Michael Brantley, Lorenzo Cain, Justin Upton, Byron Buxton, Mallex Smith, Tommy Pham, George Springer, Jackie Bradley Jr., Adam Jones, etc. Esto sin hablar de Willie Mays, Hank Aaron, Barry Bonds y tantas otras leyendas negras del beisbol de grandes ligas.

Es curioso que muchos expertos consideran que el mejor catcher en la historia del beisbol ha sido un negro: Josh Gibson. Gibson jugo entre 1930 y 1946 en las ligas negras y, lamentablemente, en su epoca no tenia acceso a las grandes ligas. Fue calificado como "el Babe Ruth negro", por su gran poder al bate. Por supuesto, al no haber podido jugar en las grandes ligas es dificil establecer comparaciones con Johnny Bench, quizas el mejor catcher de todo los tiempos, o con Bill Dickey, el mejor catcher de su epoca, unos cuatro años mayor que el.


   
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(@frankcaraquista)
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Si podría ser. Lo cierto es que hasta la fecha a mi chamo le gusta jugar es catcher pero no me cuadra esa posición para él, y me encuentro con ese comentario del técnico sobre los catcher negros en las grandes ligas y aun más me entraron las dudas. Otra cosa más que me dijo y pude leer en el articulo de Espn es que jugadores rápidos no lo desperdician jugando de catcher. Y la herramienta que mas destaca en mi chamo es la velocidad... Así que bueno, este año iba a tomar la decisión de incluirlo en una academia. Allí me dirán en que posición debe jugar... Porque en criollitos lo ponen en todos lados...

No debemos esperar nada sino de nosostros mismos. . .


   
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(@ricardo-p)
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No tendrá que ver con que en un juego televisado lo que mas ve uno de frente constantemente es al catcher, y que a los americanos y televisoras no les gustaría tener un negro constantemente frente a la pantalla?
En USA el racismo es fuerte por mas que se intente ocultar o ignorar.

De hecho el receptor mas oscuro que recuerdo es Salvador Perez y en realidad es como trigueño no mas.


   
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(@frankcaraquista)
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Ricardo P, post: 49833, member: 240 wrote:
No tendrá que ver con que en un juego televisado lo que mas ve uno de frente constantemente es al catcher, y que a los americanos y televisoras no les gustaría tener un negro constantemente frente a la pantalla?
En USA el racismo es fuerte por mas que se intente ocultar o ignorar.

De hecho el receptor mas oscuro que recuerdo es Salvador Perez y en realidad es como trigueño no mas.

Berro lo del racismo en USA es cierto que todavía hay un pequeño porcentaje que tiene esa enfermedad mental del racismo. Pero como es un país con tantos millones de habitantes ese pequeño porcentaje es bastante ¿se entiende? pero claro esta que es un pequeño porcentaje, para muestra un botón: "Obama".

Yo meditando en ello más bien creo que los pocos negros en la receptoría es mas un tema de aprovechar condiciones físicas, no cabe duda que el fenotipo del afrodecendientes tiene sus particularidades, una de ellas, ojo es algo subjetivo, es la velocidad/agilidad, creo que son pocos los corredores de atletismo exitosos que son blancos por ejemplo. Quizás quisieran aprovechar mas eso en posiciones que requieren de mas movilidad y reacción.

No debemos esperar nada sino de nosostros mismos. . .


   
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(@alberto-silva)
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Aunque hay buenos jugadores con diferentes características físicas en cada posición, se supone que los catchers deben ser grandes, con buen brazo y rápidos para recibir y lanzar una bola. Salvador Perez mide 1.93 m y pesa 108 Kg y Buster Posey y J. T. Realmuto miden 1.85 m y pesan 95 Kg. Yadier Molina mide solo 1.80 m, pero pesa 92 Kg.

A un segunda base y un shotstop no se les exige ser muy altos, pero si ser ágiles, tener buenos reflejos, cubrir mucho terreno, ser capaces de realizar bien los doubleplays y, sobre todo en el caso de los shortstops, tener buen brazo. Kolten Wong es un gran 2B, con solo 1.75 m, y Paul De Jong y Andrelton Simmons, con 1.83 m, son shortstops excepcionales.

A todos los demás jugadores se les exige ser buenos bateadores y, con excepción de los primera base y los leftfielders, deben tener muy buen brazo. Pete Alonso (1B), por su buen bateo, y Mookie Betts (RF), por su bateo y brazo, son dos peloteros que todos los equipos quisieran tener en su roster, pero tambien a Juan Soto (LF), aunque su brazo deje mucho que desear.

Los tercera base deben tener muy buenos reflejos y los centerfielders deben ser muy rápidos y cubrir mucho terreno, pero si ademas batean bien mucho mejor, como Nolan Arenado (3B) y George Springer (CF).


   
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