Con frecuencia leemos comentarios sobre lo que perdieron las Grandes Ligas al marginar jugadores americanos negros como Josh Gibson, Buck Leonard y Oscar Charleston, asi como cubanos tales como Martin Dihigo, Cristóbal Torriente y José de la Caridad Méndez, todos ellos ingresados tardiamente al Salon de la Fama. Afortunadamente, las etiquetas raciales ya no se usan en el beisbol mayor, pero no deja de ser interesante observar como los peloteros americanos negros y los latinos mestizos se colocaron pronto en los primeros puestos despues que se les abrieron las puertas. Desde 1960 no ha habido outfielders blancos comparables a Hank Aaron, Willie Mays, Frank Robinson, Roberto Clemente, Barry Bonds, Ken Griffey Jr. y Manny Ramirez ni segundas bases como Joe Morgan y Roberto Alomar. Y Pedro Martinez y Mariano Rivera han sido, sin duda, dos de los mejores pitchers del beisbol contemporaneo (tan buenos como Roger Clemens, Randy Johnson y Greg Maddux). Menos mal que los tiempos cambiaron y esas absurdas barreras desaparecieron