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La voz que volvió a temblar

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(@frankpereiro)
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Béisbol 13

EFRAÍN RUIZ PANTIN
EXCLUSIVO PARA MERIDIANO
DALLAS, TEXAS.- La primera vez que oí esa voz resquebrajada y temblorosa fue a finales de verano hace un par de años. “Esta vez”, comenzamos nuestra nota aquel día, el 11 de septiembre de 2010, “al hombre que nunca titubea le temblaba un poco la voz. El maestro en ocultar las emociones y dejar ver siempre su rostro positivo, ese lado ganador, tenía temor en los ojos. Esta vez, como muy pocas veces en su carrera, Johan Santana no fue capaz de esconder lo que siente. El dolor y el temor de enfrentarse a una cirugía en el hombro dejaron expuesto, al menos por unas horas, al mejor lanzador venezolano de todos los tiempos”. En una rueda de prensa realizada en Citi Field, El Gocho anunciaba que su hombro –la cápsula anterior, específicamente- le había dicho basta durante su última salida ante los Bravos de Atlanta y necesitaba someterse a una operación. No hay cosa más terrible que se le pueda decir a un lanzador. Esto no era una intervención artroscópica para acomodar la rodilla, o el codo, procesos mucho más sencillos. Las lesiones en el hombro, aún en el siglo XXI, siguen siendo un obstáculo muchas veces insalvable.
Cinco días después, Santana entró al quirófano del “Hospital for Special Surgery” en Nueva York. Un equipo liderado por el doctor David W. Altcheck se encargó de la operación. La cápsula anterior está conformada por una serie de ligamentos que rodean casi la totalidad de la parte interior del hombro. Se encarga de darle estabilidad. Cuando se rompe, o se raja, debe cerrarse. Altcheck comentó luego de la intervención a Santana que aunque no se trata de una lesión común, las probabilidades de recuperación son mucho más altas que las de otros componentes del hombro, como el manguito rotador o el labrum. El doctor era optimista. Y Santana también. Pero al cada caso ser particular, eso no quería decir que su regreso estaba garantizado. El camino se avizoraba largo y difícil. Lo fue. Santana volvió a lanzar en ligas menores en junio del 2010. Tiró tres innings y al día siguiente amaneció muy bien. Pero el tercer día el hombro no le respondió. “Era como si me hubiese chocado un tren con 200 vagones”. Todo se retrasó. El 2011 se le iría recuperándose.
Confiando en la palabra de Altcheck, quien desde que había salido del quirófano le había dicho que todo había sido un éxito, Santana siempre se mantuvo optimista. Nunca dejó de trabajar. Sin embargo, no había garantías. ¿Volvería? ¿Cuándo? ¿En qué nivel? Había pasado año y medio desde la operación y las mismas preguntas seguían revoloteando sobre el merideño. El 12 de enero del 2012, el departamento de prensa de los Mets organizó una conferencia telefónica para que los medios tuviesen una oportunidad de escuchar de boca del propio Johan cómo iban las cosas. Alguien le preguntó si estaría listo para el comienzo de la temporada. “El tiempo dirá. Por ahora, voy a hacer las cosas como ellos quieren que las haga y veremos cómo me siento”, dijo con cautela el dos veces ganador del Cy Young. “No puedo decirles qué va a pasar en cinco o seis semanas, porque eso sería mentirles. Tengo que ir día a día, como hemos hecho hasta ahora. Veremos si para el momento en el que lleguen los entrenamientos y la temporada regular estaré listo”.
Estuvo listo. Durante la primavera no tuvo un sólo parpadeo. Lanzó cuando le tocaba y el 5 de abril volvió a las Grandes Ligas tirando cinco entradas en blanco ante los Bravos. Luego lanzó otros cinco episodios contra Washington, antes de ser vapuleado en Atlanta (1.1 entradas, seis carreras), el mismo montículo en el que había ocurrido la lesión. Esta vez sería un mal día y nada más. Desde entonces ha lanzado ocho juegos. En ese lapso nunca ha tirado menos de seis entradas y su efectividad es 2.08, con 55 ponches y sólo 15 boletos en 56.2 episodios. En sus dos presentaciones más recientes ha completado un par de banqueos. El último, ya habrán oído ustedes, fue el viernes por la noche ante San Luis. Quedará para la historia como el primer juego sin hits ni carreras en la historia de los Mets y el cuarto para un lanzador venezolano. Increíble.
Volví a escuchar la voz resquebrajada una hora y media después de su obra maestra. Pero esta vez no era por el miedo, o las dudas. Eran la felicidad y el cansancio lo que hacía que le temblase la voz al otro lado del teléfono. “Con todas las preguntas que había, que si yo podría o no podría”, nos dijo desde el cuarto de trainers del equipo, “de verdad que estoy muy contento, porque sé que hemos trabajado mucho. Pero una cosa como esta nunca la pensé”. Allí, precisamente, radica la magia de todo esto. Lo que Johan Santana está haciendo es casi inimaginable. Porque el Gocho no volvió para ser uno más. Regresó para ser lo que siempre ha sido. Un As. Y eso era algo que nadie, empezando por él, podía ser capaz de garantizar. Ahora queda esperar cómo se recupera su brazo tras esos 134 pitcheos que debió hacer, un esfuerzo monumental. Su manager, Terry Collins, anda aterrorizado pensando en cómo saldrá su número uno de esto. Son dudas válidas, cierto. Pero confiemos en el criterio de Santana, que se conoce mejor que nadie. Después de dos años de interrogantes, no es momento de seguir dudando. Es hora de disfrutar. El Gocho volvió.
Publicado el lunes 4 de junio de 2012 en Meridiano
Foto: ajagendorf25/Flickr.com
 
Respondido : 16 de junio de 2012 12:20
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