Jerry Reinsdorf no se va. Al menos, no mientras se mantenga con buena salud. Así lo confirma Bob Nightengale en USA Today, desmintiendo los rumores de una posible venta de los White Sox al grupo liderado por Dave Stewart o a los inversores Justin y Mat Ishbia. El veterano propietario, de 89 años, ha cerrado cualquier posibilidad de ceder el control del equipo que adquirió en 1981.
Esto impacta directamente en el presente y el futuro del club del South Side, que atraviesa uno de sus momentos más oscuros. En 2024, los White Sox terminaron con una marca de 41-121, el peor registro de la era moderna, superando incluso a los Tigers de 2003 (43-119) y a los Mets de 1962 (40-120, en 161 juegos). Desde el campeonato de la Serie Mundial de 2005, único título del equipo desde 1917, solo han superado la marca de .500 en seis ocasiones.
El legado de Reinsdorf está lleno de contrastes. Aunque se le reconoce su fidelidad a empleados de confianza y su influencia en dos franquicias importantes (también es dueño de los Chicago Bulls), sus decisiones han sido duramente cuestionadas. La reciente promoción de Chris Getz a gerente general en 2023, sin una búsqueda externa significativa, alimenta la crítica de que el club sufre una cultura cerrada y poco innovadora.
En cuanto a inversión, el historial también genera dudas. Si bien en 2022 el equipo tuvo la séptima nómina más alta de MLB, ese ha sido un caso aislado: es la única vez en 14 años que los White Sox estuvieron entre los diez más gastadores. El contrato más grande que han firmado fue con Andrew Benintendi por 5 años y 75 millones de dólares, una cifra modesta comparada con los estándares actuales.
Además, existe incertidumbre con respecto al estadio. El contrato de arrendamiento del club en el Guaranteed Rate Field vence tras la temporada 2029, y se rumorea que Reinsdorf podría considerar una reubicación si no consigue apoyo para su proyecto de un nuevo parque en el South Loop de Chicago. Aunque el comisionado Rob Manfred intentó restar importancia a esos rumores en octubre pasado, el temor entre los aficionados es real.
Con una base de fans cada vez más impaciente, un roster en reconstrucción y una dirigencia poco dispuesta a adaptarse, el futuro de los White Sox luce tan incierto como estancado. La pregunta que muchos se hacen es si la continuidad de Reinsdorf, lejos de dar estabilidad, está prolongando una era de frustraciones.