Bryce Harper no se guarda nada. Antes de enfrentar a los Dodgers, actuales campeones de la Serie Mundial, el estelar de los Philadelphia Phillies salió en su defensa con una declaración que dará de qué hablar:
“Siento que solo los perdedores se quejan de lo que están haciendo.”
Una afirmación fuerte, pero con argumentos detrás. Los Los Angeles Dodgers son, en palabras de Harper, una organización modelo: con recursos tecnológicos de vanguardia, una ciudad magnética, un sistema de desarrollo que no para de producir talento y una nómina récord.
Según FanGraphs, los Dodgers proyectan un gasto de 390 millones de dólares en 2025, el más alto en la historia de las Grandes Ligas. Les siguen los mismos Phillies con 289 millones, ubicándose terceros en ese ranking. Este músculo financiero no solo se refleja en contratos estelares —como el de Shohei Ohtani, el mayor contrato de todos los tiempos— sino en fichajes clave: Blake Snell, Roki Sasaki y otras piezas que han reforzado tanto la rotación como el bullpen.
Su comienzo de temporada fue arrollador: 8-0, la mejor racha para un campeón defensor desde que existen registros confiables. Esa seguidilla fue detenida justamente por los Phillies en un cerrado 3-2 en Philadelphia, donde Harper debutó en las Grandes Ligas hace más de una década enfrentando a los Dodgers y pegando un doble.
Harper, quien simpatiza con los Los Angeles Lakers y estuvo cerca de firmar con los Dodgers antes de sellar su contrato de 13 años y $330 millones con los Phillies, entiende el magnetismo de jugar en L.A.:
“Van a seguir atrayendo jugadores. Desde relevistas hasta abridores, desde talento internacional hasta lo que sea.”
Lejos de sumarse a las críticas por la “injusticia” de competir contra una potencia económica y deportiva, Harper apunta a la excelencia organizacional como clave del éxito. En otras palabras: si no puedes vencerlos, al menos respétalos.
Hoy los Dodgers no solo son candidatos. Son +230 favoritos para repetir el campeonato, lo que no ocurre desde los New York Yankees de 1999-2000. Con una mezcla de estrellas internacionales, profundidad de roster y resultados inmediatos, están marcando un estándar que incomoda a muchos… pero no a Bryce Harper.