El reciente caso de Ippei Mizuhara, exintérprete de Shohei Ohtani, ha sacudido al mundo del béisbol. Mizuhara, quien trabajó para Los Angeles Angels y luego para los Los Angeles Dodgers, admitió haber robado aproximadamente $17 millones de la cuenta bancaria de Ohtani, lo que lo lleva a enfrentarse a una posible sentencia de cinco años en prisión.
El método detrás del fraude
De acuerdo con los documentos judiciales, Mizuhara realizó unas 24 llamadas en las que se hizo pasar por Ohtani, utilizando tácticas de autenticación como códigos de doble factor enviados a su teléfono personal. En una grabación obtenida por el Departamento de Justicia, se le escucha autorizar una transferencia de $200,000, supuestamente para un préstamo de automóvil. Sin embargo, estas operaciones no eran casos aislados. Durante más de dos años, Mizuhara acumuló deudas de apuestas que superaron los $40 millones.
La caída: de intérprete estrella a acusado de fraude
Mizuhara comenzó su relación profesional con Ohtani en Japón, mientras trabajaba para los Hokkaido Nippon-Ham Fighters, y lo acompañó en su transición a MLB en 2018. Durante este tiempo, además de sus responsabilidades como intérprete, Mizuhara asumió múltiples roles, que incluyeron tareas logísticas y personales para el jugador. Según documentos judiciales, su salario llegó a $500,000 anuales, además de un Porsche y otros beneficios proporcionados por Ohtani.
A pesar de esto, Mizuhara admitió vivir al día, presionado por gastos personales, viajes y la manutención de su esposa entre Japón y Estados Unidos. Estos factores, junto con su adicción al juego, lo llevaron a defraudar a uno de los jugadores más admirados de la MLB.
Las implicaciones para Ohtani y el béisbol
Afortunadamente, las investigaciones confirmaron que Ohtani no tuvo participación ni conocimiento previo de las actividades de Mizuhara. Sin embargo, el caso plantea preguntas sobre los límites y responsabilidades que deben tener los intérpretes en MLB, especialmente cuando asumen roles que van más allá de la traducción.
Conclusiones del caso
Los fiscales argumentan que la adicción al juego no justifica completamente las acciones de Mizuhara, señalando que parte del dinero robado se destinó a gastos personales. El 6 de febrero se dictará sentencia, y Mizuhara podría enfrentar una restitución de $17 millones a Ohtani y $1.1 millones al IRS.
El caso Mizuhara destaca no solo como un escándalo financiero, sino como un recordatorio de la confianza que los jugadores depositan en su equipo cercano. En este caso, esa confianza fue traicionada de la peor manera posible.